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En Proverbios 29:1 aprendo que rechazar la corrección una y otra vez puede llevar a un final sin remedio. Como cristiano, sé que Jehová me corrige mediante su Palabra, las publicaciones y hasta los consejos amorosos de los ancianos. Si me resisto, me pongo en peligro. Pero si soy humilde y acepto la guía, puedo seguir creciendo espiritualmente y mantenerme en la organización de Jehová.

En Proverbios 29:2 me enseña que la justicia trae alegría al pueblo, pero la maldad de un gobernante trae sufrimiento. Aunque hoy los gobiernos humanos no cumplen con la justicia, podemos confiar en que pronto el Reino de Jehová, gobernado por Cristo, traerá verdadero alivio. Mientras tanto, me esfuerzo por ser justo en lo que hago, para que los que me rodean se beneficien de mi conducta.

En Proverbios 29:3 es importante amar la sabiduría, porque eso da satisfacción a los padres y honra a Jehová. En la congregación, cuando aplico los principios bíblicos en mi vida, muestro que valoro la instrucción. En cambio, llevar una vida inmoral o desordenada solo trae vergüenza y dolor. Esto me recuerda que cada decisión que tomo refleja si de verdad amo la sabiduría de Dios.

En Proverbios 29:7 aprendo que un siervo justo se interesa en los derechos de los pobres. Jehová mismo se preocupa por los más necesitados, y yo debo imitarlo mostrando compasión y ayudando de manera práctica cuando puedo. Esto me impulsa a no ser indiferente, sino a tratar con dignidad y amor a quienes atraviesan dificultades, incluso dentro de la congregación.

En Proverbios 29:11 me enseña que un insensato suelta toda su ira, pero el sabio se controla. En la vida cristiana hay momentos en los que me enfrento a injusticias o malentendidos. Si dejo que la ira me domine, puedo dañar la paz de la congregación y mi relación con Jehová. Pero si imito la calma y el autocontrol, reflejo el espíritu santo y evito problemas innecesarios.

En Proverbios 29:15 es importante que los padres disciplinen a sus hijos con amor. En la congregación, los jóvenes que reciben instrucción equilibrada suelen crecer espiritualmente fuertes y respetuosos. Este versículo me recuerda que la disciplina no es castigo severo, sino enseñanza constante que ayuda a los hijos a ser felices y agradar a Jehová.

En Proverbios 29:17 aprendo que la disciplina produce descanso y satisfacción. Cuando un hijo aprende a obedecer y a aplicar principios bíblicos, los padres pueden estar tranquilos y sentir gozo. Como hijo espiritual de Jehová, si acepto con humildad la disciplina que recibo de Él, mi vida será más pacífica y llena de bendiciones.

En Proverbios 29:18 me enseña que sin visión, la gente se descarría, pero quienes obedecen la ley de Jehová son felices. Hoy Jehová nos da visión a través de su Palabra y del “esclavo fiel y prudente”. Si presto atención a esa guía, sé hacia dónde voy y puedo mantenerme en el camino estrecho que lleva a la vida eterna.

En Proverbios 29:23 aprendo que la arrogancia lleva a la humillación, pero la humildad a la gloria. En el servicio y en la congregación debo evitar buscar reconocimiento personal. Cuando soy humilde, Jehová me bendice y me honra a su debido tiempo, y eso tiene mucho más valor que cualquier gloria humana.

En Proverbios 29:25 es importante no temer a los hombres, porque eso es una trampa, sino confiar en Jehová. Muchas veces los testigos de Jehová enfrentamos burlas, críticas o hasta oposición. Si me dejo llevar por el miedo, podría dejar de predicar o de mantenerme fiel. Pero si confío en Jehová, sé que Él me protege y me da valor para seguir adelante con alegría.